25 de octubre de 2016

Meritocracia: "el éxito es de quien se esfuerza"

¿Qué es la meritocracia?
La meritocracia es un sistema político y social basado en el mérito. Esto, se refiere principalmente a que las posiciones jerarquizadas son conquistadas con base en el merecimiento, en virtud del talento, de la educación y de las competencias o aptitudes específicas para un determinado puesto en el entramado social.

“Cada uno tiene lo que merece…” 


La publicidad comienza diciendo: “Imagínate vivir en una meritocracia. Dónde cada persona tiene lo que merece. Dónde la gente vive pensando como progresar”, comienza la voz en off. Y sigue: “Dónde el que llegó, llegó por su cuenta. Sin que nadie le regale nada”.
Luego el relato sostiene que esas personas saben que “cuanto más trabajan, más suerte tienen”; “qué no quiere tener poder, que quiere poder y tener”.
Finalmente remata: “El meritócrata sabe que pertenece a una minoría que no para de avanzar y que nunca fue reconocida, hasta ahora”. Y ahí es donde se anuncia el lanzamiento de un nuevo Chevrolet.
Este discurso plantea que si uno se esfuerza tiene éxito y quien no lo tiene es por el simple hecho de no haberse esforzado lo suficiente. Pero ¿qué pasa con aquellos que viven en desventajas? ¿qué pasa si el medio social y cultural no los “ayuda a alcanzar el éxito”?. La idea de meritocracia se vincula con dimensiones que la condicionan: el origen social y el capital cultural dan mejores herramientas de supervivencia, pero, para lograrlo hay que acompañar más a aquellos que están en desventaja.
Este mensaje, asociado al rechazo a las políticas públicas de asistencia social, laboral y económica, oculta o ignora deliberadamente que no todo el mundo comienza desde el mismo lugar y con las mismas oportunidades.
Creo que, “en el mundo del mérito” la escuela cumple un rol fundamental, la escuela es el único espacio capaz de ampliar el universo cultural, enriquecer las trayectorias educativas de niños, jóvenes y adultos para que mejoren su desempeño y puedan acceder a diferentes experiencias con respecto al aprendizaje.
La escuela, la familia y la comunidad deben articularse en espacios y proyectos de trabajo conjunto para mejorar las posiciones de quienes parten de una situación de desventaja.



La figura del niño consumidor y del niño de la calle.


La infancia fue dejando huellas a través de los años, todo comienza en la post-dictadura y se siguen reflejando hasta la actualidad.

Como hace referencia Sandra Carli “La notoria transformación del tejido social de la Argentina permite comprender estas nuevas figuras en las infancias en donde se observa al niño consumidor, con una clase social media o alta y el niño de la calle, figuras que condensan transformaciones globales y locales y encarnaron una nueva estructura social en el país.”

En los ´80 y ´90 se produjo una estabilidad en relación a la economía pero también hubo un gran aumento de pobreza, esto produce enormes diferencias sociales. 

Estas nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han abierto todo un universo de oportunidades para consolidación de una sociedad civil mas informada, democrática e interconectadas pero a su vez han originado una nueva fractura social entre las personas que pueden acceder a estas tecnologías y las personas que no, esto ha aumentado notoriamente las diferencias sociales marcando un brecha digital muy amplia. Que con el paso del tiempo y las pocas políticas públicas y sociales, se irá expandiendo sin precedentes en las nuevas generaciones.

El niño de la calle se basa en los hechos de relevancia y va modificando el espacio urbano similar a las imágenes de otros países de Latinoamérica, el empobrecimiento de varios sectores de la sociedad, el desempleo, la irreversible expulsión social es lo que provoca el surgimiento de esta figura.

En relación al niño consumidor se refleja más que nada en los noventa, en la presidencia de Menem donde se produce una  invasión de los medios masivos de comunicación con nuevos objetos culturales del  mercado de producto para niños, de la mano de la TV por cable y de la expansión informática, los cuales hicieron transformar quioscos y jugueterías, que fueron y son en la actualidad múltiples estrategias para el consumo.

A modo de conclusión, las identidades infantiles emprendieron a presentar marcas del proceso de diferenciación social de niños de distintos sectores y por otros signos de homogeneización producto de la cultura globalizada.

24 de octubre de 2016

Identidades afectadas.

Infancias y adolescencias: identidades afectadas.

   El mercado para la infancia y adolescencia, desde que se consolidó en los años 70 en América, trajo consigo múltiples transformaciones a nivel social y cultural. El mercado hoy se vuelve fundamental para la construcción de subjetividad transformando a los adolescentes y niños en sujetos consumidores.
   Estamos inmersos en una sociedad cambiante, en la que las  nuevas tecnologías se han convertido en un elemento indispensable que de una u otra forma condiciona nuestras vidas. Los niños y adolescentes conforman uno de los colectivos más vulnerables al impacto de las nuevas tecnologías, principalmente cuando se trata del uso de computadoras, celulares y videojuegos, entre otros.
   De este modo, es posible decir que las identidades infantiles y adolescentes se ven afectadas por los procesos de homogeneización y heterogeneización sociocultural. Estos elementos, como la moda, la música, ciertos programas de televisión o canales en distintas aplicaciones, como por ejemplo YouTube, indican formas de uniformación de la cultura, convirtiéndose ésta en una cultura global. Se genera así, una desigualdad social que impone el distanciamiento con lo autóctono y provoca nuevas formas de “distinción social” como el consumo a niveles desiguales.
   Los adolescentes, sean de la clase o de la familia que sean, se ven atrapados por los distintos discursos que intentan seducirlos: los medios masivos de comunicación, la publicidad comercial, el mercado de bienes de consumo masivo o las industrias culturales que se ofrecen en sus variados productos, son los canales de una alusión insistente y constante que provoca  consumir “aquí y ahora”. El consumo, es una constante en este mundo globalizado, donde los medios de comunicación tienen un rol importante en los procesos de socialización y está prácticamente naturalizado que el bombardeo de mensajes audiovisuales incida directamente en los procesos de subjetivación de un pensamiento colectivo teñido de determinados modelos estereotipados para moldear una identidad masificada.

  En conclusión, las nuevas tecnologías integradas a esta sociedad, de continúas transformaciones,  transformaciones de las cuales emergen nuevas formas culturales y nuevas identidades, donde se vienen abajo jerarquías ya establecidas y donde surgen nuevas experiencias sociales y culturales para, niños y adolescentes, incomprensibles para el mundo de los adultos. 


23 de octubre de 2016

Los niños, entre el consumo y los medios de comunicación.


LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LA PUBLICIDAD Y EL CONSUMO


Entre la publicidad y el sistema económico capitalista basado en el consumo, se da una relación muy estrecha. La producción masiva de bienes de consumo exige una venta también masiva de esos productos; ésta venta sólo puede realizarse con la ayuda de la publicidad. Por otra parte, la publicidad aumenta la demanda de unos determinados productos por parte de los consumidores, al despertar en éstos la necesidad de comprarlos.


PRINCIPALES FUNCIONES DE  LA PUBLICIDAD

En principio, puede parecer que la única función de la publicidad es la económica, sin embargo, se pueden distinguir otras funciones:

 a) Función sustitutiva: con demasiada frecuencia, el objeto que se anuncia se presenta como dotado de unas propiedades que realmente no tiene.

 b) Función estereotipadora: la publicidad tiende a hacer que las personas compren objetos del mismo tipo. Pero no se trata sólo de que iguale los gustos de las personas, sino que también tiende a igualar formas de pensar, ideales, formas de vida, etc...

 c) Función desproblematizadora: la publicidad suele presentar sólo el lado bello del mundo. En los anuncios publicitarios no suelen aparecer el dolor, la muerte, la desigualdad social, la injusticia o el paro. El producto que se anuncia se presenta como indispensable para lograr ser feliz.

 d) Función conservadora: aunque pueda resultar paradójico, detrás de la aparente renovación que nos presenta la publicidad no hay más que la consolidación de los valores establecidos y aceptados por la sociedad. Por ejemplo, la diferencia entre los anuncios para niños y niñas.

 e) Función ideológica: la publicidad puede convertirse en un medio de presión ideológica, en el sentido de que puede contribuir a formar “estados de opinión” en los miembros de la sociedad. Un buen ejemplo es el condicionamiento a que se pueden ver sometidos los medios de comunicación por parte de los que pagan los anuncios.


La infancia de hoy demanda inmediatez y satisfacción mediante el consumo, bajo la premisa: “No sé qué quiero, pero lo quiero ya”. La publicidad transmitida a través de los medios se dirige a los niños para despertar su interés por infinidad de productos o, peor aún, los convierte en cómplices para que influyan en las decisiones de compra de los padres. Ahora no sólo se siguen las pautas que ofrecen la escuela, la comunidad y la familia, sino que se someten a las indicaciones emitidas por los medios.
La lógica del consumo es: “se usa, se gasta, se tira”, y ésta repercute incluso en las relaciones entre los seres humanos.
Uno se cuestiona qué pasa con las aficiones de la infancia. No es raro ver niños repitiendo letras de canciones para adultos, y que nada tienen que ver con su experiencia. Las canciones hablan de amor y desamor, de sexo, de problemas sociales, de estados alterados de conciencia, y ya no existen ídolos musicales a los cuales seguir, salvo algunos fenómenos mediáticos efímeros.

De esta forma, los niños crecen en medio de una confusión en la que el propio valor radica en lo que se tiene, más que en lo que se es. Pero no hay que olvidar que los niños no tienen poder adquisitivo, y que consumen en función de lo que les den sus padres, de la capacidad de cumplirles sus deseos y darles a manos llenas. Si se establecen límites, los niños aprenderán a distinguir lo necesario, del deseo que nunca es satisfecho. ¿Por qué dan tantas cosas los papás?, es el problema al que nos enfrentamos hoy en día.
No es que los niños de hoy sean otros, lo que pasa es que están en otro escenario, en otra situación, viven cosas diferentes. Por ello, es preciso replantearse el concepto de cambio generacional, porque éste se está dando muy rápido. Las tradiciones y conocimientos que se les transmiten parecen ser insuficientes, por que hoy se experimentan situaciones que antes no existían.



Los niños necesitan, hoy más que nunca, de un adulto que les ayude a interpretar el mundo, sin descalificar sus propias formas de aprehenderlo.